Veinte años después de la reunificación, el presidente Christian Wulff instó a los alemanes a conseguir otra unidad: la integración de los extranjeros residentes en Alemania y, en especial, la de los musulmanes (unos 4 millones de los 82 millones de habitantes del país). En un discurso pronunciado ayer en Bremen con motivo de la conmemoración de este aniversario, Wulff abrió su mano a la comunidad islámica y dijo que su inserción es el mayor desafío de Occidente: "También soy presidente de los musulmanes, con la misma pasión y convencimiento con la que soy presidente de todas las personas que viven en Alemania", resaltó.

Wulff recordó que no solo el cristianismo y el judaísmo pertenecen a la historia cultural de Alemania, sino que también el islam forma parte de la cultura y la sociedad alemanas.

POLEMICA Sus palabras llegan en un momento en que la inmigración, y sobre todo la deficiente inserción social de algunos grupos musulmanes, ha sido y es objeto de debate y polémica. "No nos dejemos caer en una falsa confrontación", instó Wulff.

"Todos tenemos que tejer la red de la sociedad en la que vivimos", destacó, a la vez que extendió su receta para la convivencia: "Tolerancia, capacidad de compromiso y solidaridad".

Para ello, Wulff instó a los inmigrantes a aceptar los valores alemanes: "Vivir en Alemania significa respetar su Constitución y sus valores, así como las reglas comunes de la sociedad, y aceptar nuestro estilo de vida".

En el que fue su primer gran discurso tras su nombramiento, el pasado junio, Wulff también tuvo palabras para el pasado. El presidente expresó su agradecimiento no solo a los ciudadanos de la extinta RDA y a los artífices políticos de la reunificación, como el excanciller Helmut Kohl y el último primer ministro oriental, Lothar de Maizière. También recordó a los sindicalistas polacos que dieron vida a Solidaridad e iniciaron la revolución en el Este, a Hungría por abrir sus fronteras en el verano de 1989 y a Rusia, por facilitar el proceso de unificación de Alemania.