El primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, defendió ayer ante la Asamblea Nacional francesa el controvertido proyecto de ley sobre la reforma de las pensiones contra el que los sindicatos luchan en toda Francia desde hace semanas con huelgas y manifestaciones. La apertura del debate parlamentario sobre esta reforma, que el primer ministro calificó de "necesaria" y justa", coincidió con una nueva jornada de huelgas, esencialmente de los trabajadores de los transportes públicos, que volvió a colapsar el país.

Ante los diputados franceses, Raffarin presentó el polémico proyecto --que prevé alargar el periodo de cotización hasta 42 años para el 2020--, como una "reforma de seguridad nacional", "sensata" y "equitativa". "Nuestra generación se enfrenta a su deber: asegurar el futuro de Francia", enfatizó el primer ministro, a lo que los parlamentarios de izquierdas, y en especial los comunistas, indignados tras ser acusados de poner en práctica "la estrategia del avestruz", reaccionaron cantando la Internacional.

Tras la consiguiente suspensión de la sesión para que se calmaran los ánimos intervino el ministro de Asuntos Sociales, Fran§ois Fillon, que reiteró la "determinación" del Gobierno de llevar adelante la reforma, "inevitable" si se quiere salvaguardar el sistema de jubilaciones francés.

Con el debate comenzó la fase política de lo que hasta ahora había sido una batalla sindical. A la pregunta de un diputado socialista sobre si estaba dispuesto a reabrir las negociaciones, Raffarin respondió rotundamente que "no", aunque se declaró dispuesto a alargar los debates "todo lo que sea necesario".

El Gobierno conservador de Raffarin apuesta por el agotamiento del movimiento sindical y la reacción de la opinión pública ante las molestias ocasionadas por las huelgas. Sin embargo, las protestas no sólo continúan, sino que incluso se han radicalizado.