Ya llegan los debates a la campaña electoral (el primero será el viernes), con más expectación de lo habitual. No es solo lo reñido de la campaña y las altas audiencias que ha habido hasta ahora en sus grandes momentos (debates en las primarias, las convenciones), sino que la presencia de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, en el tíquet republicano dota de un interés inusitado al duelo entre los números dos el próximo 2 de octubre.

Por eso, en las negociaciones entre las dos campañas y la no partidista Comisión de Debates Presidenciales, el principal escollo ha sido la pretensión republicana de que el formato del duelo entre Palin y Joe Biden dejara poco espacio a la improvisación.

REGLAS DIFERENTES Los republicanos se han salido con la suya, ya que en el debate de los números dos habrá pocas preguntas inesperadas y escaso enfrentamiento directo entre los protagonistas. A cambio, las reglas para los tres debates de los cabezas de cartel son todo lo contrario: habrá tiempo para que ambos se repliquen y contrarrepliquen.

Así, el primer y el tercer debate presidencial estarán divididos en nueve bloques. Cada candidato tendrá dos minutos o menos para establecer su posición y a continuación se abrirá un contraste de pareceres de cinco minutos. El segundo debate será aún más abierto: los candidatos responderán a preguntas del público y llegadas por internet. El primero versará sobre política exterior y seguridad y el tercero, sobre cuestiones internas. Según la comisión, ninguna de las dos campañas ha efectuado peticiones imposibles.

BLOQUES MAS CORTOS No es el caso del debate entre Palin y Biden, donde se tratarán todo tipo de temas en bloques mucho más cortos que en los debates presidenciales. Según The New York Times, la comisión rechazó una propuesta republicana para que este debate no incluyera un intercambio de opiniones entre la gobernadora y el senador. La campaña de McCain afirma que su petición no refleja el temor a que Palin sea avasallada por la mayor experiencia de Biden --20 años de senador en Washington y especialista en política exterior-- sino que solo pretende que la gobernadora --a quien esta semana le han organizado en la ONU entrevistas con los líderes afgano, Hamid Karzai, y colombiano, Alvaro Uribe, para afianzar sus credenciales internacionales-- pueda explicar el programa de McCain.

Para los republicanos el debate de Palin con Biden es de alto riesgo. La irrupción de la gobernadora en la campaña ha sido meteórica, y hasta ahora ha sido llevada en algodones: solo ha concedido dos entrevistas televisadas y no ha organizado ninguna rueda de prensa. La crítica más recurrente contra ella es la de la inexperiencia, algo que según como vaya el debate puede quedar de manifiesto con Biden, dos veces candidato a la presidencia.

DESAPERCIBIDO Pero para Biden tampoco es sencilla la situación. El número dos de Obama ha quedado eclipsado por el fenómeno Palin, y su peso en la campaña pasa desapercibido, nada que ver con la histeria mediática que desató su elección. Víctima de la Palinmanía, Biden debe hallar el tono adecuado para probar su experiencia sin avasallar o ser paternalista con la gobernadora.