Lo que para unos es una puerta a la esperanza, para otros es una mera decepción. Mientras Rusia aplaudió ayer la destrucción iraquí de los misiles prohibidos Al Samud 2, Estados Unidos y Gran Bretaña minimizaron, por segundo día consecutivo, el gesto de Bagdad. No fue de esa opinión el Gobierno ruso. El viceministro de Exteriores, Yuri Fedotov, consideró que la destrucción de los misiles supone un "cambio esencial" en la cooperación de Irak con los inspectores de desarme. "Confiamos en que este cambio influya positivamente en los debates del Consejo de Seguridad sobre el tema de Irak", afirmó Fedotov.

Merci Viana, portavoz de Washington, dijo que la medida iraquí "es parte de su juego de engaño" que "siempre había predicho el presidente George Bush". El ministro británico de Exteriores, Jack Straw, afirmó a su vez que Irak "hace concesiones con cuenta gotas, de manera cínica, para ganar tiempo y evitar una acción militar".

Y mientras Hans Blix y muchos miembros del Consejo de Seguridad lo veían como un paso hacía una solución pacífica, Washington recordó que la resolución 1441 de la ONU "exige el desarme total e inmediato".