Tipos uniformados, cubiertos con pasamontañas y armados con fusiles rodean al empresario español que ha sudado toda la vida en México y sólo aspira a retirarse a su terruño. "Estás secuestrado, cabrón, y si no pagas, muerto", le confirman. Luego se suceden las llamadas a la familia, el zulo, el corte de dedos u orejas y, al final, un tiro en la nuca junto a un basurero. En los últimos tres meses, de ocho españoles secuestrados, cinco han acabado asesinados pese a pagar el rescate. Y la denuncia de la colonia española ha irritado a las autoridades, singularmente al alcalde de México, Andrés Manuel López Obrador.

El alcalde, conocido como AMLO, arremetió esta semana contra la embajadora de España, Cristina Barrios, quien estos días multiplica sus entrevistas con ministros y fiscales a raíz del asesinato de cinco empresarios.

La ministra "miente"

López Obrador acusó a Barrios de "decir mentiras" y estar "dañando la imagen de la ciudad", ya que "en los últimos seis meses no se ha asesinado a ningún extranjero". El fiscal de la capital, Bernardo Bátiz, que llegó a decir que la embajadora hablaba "de oídas", reconoció tres de las muertes, pero precisó que escapan de su jurisdicción ya que los cuerpos aparecieron en el vecino estado de México, que comparte con la capital 24 millones de habitantes.

Connivencia con policías

Aquí, las que operan son bandas especializadas con policías que estudian bien a quién secuestrar. Además, proliferan las pequeñas bandas que retienen a las víctimas en sus coches, en taxis, o en plena calle, hasta solucionar el "secuestro exprés" con el vaciado de cuentas y tarjetas de crédito, las joyas y una paliza. La mayor parte de secuestros no se denuncian por temor a la connivencia entre delincuentes y policías. Las cifras oficiales los reducen a medio millar al año, cifra que elevan a más de 3.000 las empresas aseguradoras y las agencias privadas de seguridad.

AMLO consideró la denuncia de la embajadora española como "uno más de los ataques" para apartarle de la carrera hacia las elecciones presidenciales del 2006. La denuncia española les pilla a todos a contrapié, pero el dolor es tan cierto como que el empresario que acompaña a la embajadora fue secuestrado en abril y pasó 42 días "agachado y vendado" hasta que pagó.