Las elecciones regionales venezolanas se parecieron a un raro momento de calma que -temen muchos- precede a la tormenta. Los venezolanos eligieron las autoridades de 23 estados que en buena parte estaban en manos del chavismo. Más allá de los resultados, el Gobierno se ha dado por ganador de antemano, entre otras cosas porque, dijeron sus dirigentes, se le ha demostrado al mundo que este es un país democrático. «Así se dirimen las diferencias. Con amor y actitud cívica. Hago el llamado a esperar el escrutinio en paz y calma», dijo el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Vladimir Padrino López. Los comicios, que debían celebrarse en diciembre pasado, tendrán un inmediato efecto en las negociaciones que llevan a cabo Nicolás Maduro y la Mesa de Unidad Democrática (MUD) para encauzar la crisis política que entre abril y julio provocó decenas de muertos en las calles.

La MUD cree que si la participación electoral se sitúa por encima del 65% podría quedarse al menos con 16 gobernaciones. La apatía de los votantes desencantados con el chavismo y la oposición, así como la existencia de papeletas confusas y la polémica decisión de último momento de reubicar más de 100 centros de votaciones, aparecen sin embargo a ojos de los analistas como el caldo de cultivo del abstencionismo. Suponen que una merma en las urnas atentaría contra las expectativas de la MUD y favorecería al Gobierno. «Vayan, participen. Que la lluvia no nos atemorice y que las trabas no nos desanimen», pidió el exportavoz de la MUD; José Chio Torrealba.

La diputada chavista Ilenia Medina predijo un triunfo rotundo de los bolivarianos y, como consecuencia, la Asamblea Nacional (AN), que está en manos de la oposición, «tendrá menos relevancia» en adelante. Para Medina los electores de la oposición «no tienen razones para salir a votar. Los dirigentes políticos que llamaron a esas protestas, casi todos diputados, traicionaron a sus electores y ahora serán castigados con la abstención». El diputado Héctor Cordero, de la MUD, estimó que la oposición resultará otra vez vencedora, lo que obligará al gobierno a «eliminar la ANC» y adelantar las elecciones presidenciales de diciembre del 2018.

Las elecciones se realizan en medio de una agudización de los problemas económicos: una inflación que podría llegar al 1000% anual, la escasez de bienes y la falta de liquidez.