El ayuntamiento tiene preparado un proyecto para reformar el último tramo de la travesía de la N-V (entre el puente Fernández Casado y la rotonda de la Consejería de Agricultura), que se presentará al plan de mejora de este tipo de vías que desarrolla el Ministerio de Fomento.

Según explicó el alcalde Pedro Acedo, este tramo de la antigua carretera de Madrid fue cedido al consistorio en mayo pasado.

Ahora se intentará conseguir financiación "en principio, para prolongar el acerado y dotar este trayecto de iluminación", según Acedo, y más adelante se pensaría en la posibilidad de colocar algún tipo de paso de peatones --elevado o con semáforos y a nivel--, dado que la margen donde se ubica Cepansa es una zona de previsible crecimiento urbano.

El alcalde explicó que la presentación del proyecto también está condicionada a que Fomento adecue primero otra travesía que está a punto de ceder, la de la N-630, desde las Josefinas hasta la Algodonera, para evitar la posibilidad de que Fomento haga elegir entre financiar uno u otro arreglo con cargo a su plan de travesías.

La actuación en la N-V, que contaría con una aportación ministerial de 300.000 euros por kilómetro, incluiría rotondas en el cruce de El Verato y en el del colegio de los Salesianos.

ZONA PELIGROSA En este momento, la parte final de la antigua N-V es una de las vías más peligrosas de la ciudad, y ha sido escenario ya de varios atropellos mortales. En sus dos kilómetros de longitud no cuenta con una sola farola, ni semáforos o pasos de peatones. Además, la mediana que separa las dos direcciones del tráfico (con dos carriles por sentido) es una simple línea de pintura en el asfalto.

El tramo ha permanecido en las mismas condiciones (tampoco cuenta con acerado, y los peatones tienen que moverse por el estrecho arcén) que cuando en toda la zona apenas había edificaciones. Sin embargo, en los últimos años, con la apertura de los multicines, el hipermercado, un concesionario, el hotel y un almacén de juguetes, además de la propia consejería, se ha convertido en una vía mucho más frecuentada.

Para cruzar, los peatones tienen que optar entre recorrer una distancia de unos cinco kilómetros (el paso regulado más cercano está a la altura de la Casa del Mitreo) o jugarse el tipo pasando a la otra parte por cualquier lugar. El peligro se incrementa por la gran velocidad que alcanzan los vehículos en la travesía, pese a las señales de limitación, y porque la falta de alumbrado reduce notablemente la visibilidad y la posibilidad de evitar accidentes.