José Carroza, tiene 21 años y hace botellón los fines de semana desde que tenía 17, cuando se reunía con sus amigos para pasar un rato agradable y beber a un precio económico en las traseras del estadio, excepto en verano, que lo hacía en la avenida del río. No tenía la edad permitida para consumir alcohol, pero él salía con gente mayor que podía facilitárselo y, aunque no le gustaba mucho, se tomaba algo de vez en cuando. "Muchos de mi edad lo hacían", apunta.

Ahora, acude al recinto ferial, ya que la policía presionó a los jóvenes para que se trasladasen a este lugar. "Al principio no nos gustaba ir, pero ya nos hemos acostumbrado".

En verano, José compra por la tarde con sus amigos las bebidas en el supermercado. La cantitad de dinero que ponen es variable, pero suele rondar los 4 euros. Más tarde, sobre las doce de la noche, queda en la plaza para irse desde allí al recinto ferial en coche. "Si la ley antibotellón nos hubiera pillado más pequeños, nos hubiera fastidiado más porque el recinto está muy lejos y antes íbamos a todos los sitios andando", explica.

Dentro del recinto

En el botellón está hasta que "se cansa". Dice que allí no todo el mundo va a beber, de hecho, si José tuviera que destacar que es lo que más le gusta de este tipo de reunión sería que "puedes pasear y hablar con la gente sin que haya tanto ruido como en la distoteca". Pero añade que "también hay gente que sólo va a emborracharse y a llamar la atención con los coches".

Después, José se va con sus amigos a una discoteca de verano en la carretera de Proserpina. "Normalmente, vamos en coche con una amiga que no toma alcohol", explica, pero no son todos los que hacen esto y le parece que "a pesar de que es una irresponsabilidad, es normal porque cuando estás de juerga, a veces, no piensas en los peligros de la carretera y prefieres ahorrarte el dinero de un taxi y montarte con alguien que te lleve, aunque haya bebido unas copas".

Cuando se empieza a ver la luz, este joven vuelve a casa cansado, pero contento porque ha disfrutado de la noche del sábado de la forma que él quería o, quizás, de la que le ha enseñado una sociedad en la que el alcohol siempre ha estado muy ligado a la diversión.