El expresidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra comentó en una ocasión que si Mérida subía a Primera División sería por un milagro, y que le daría al equipo emeritense 500 millones de pesetas. Y subió. El dinero se invirtió en un nuevo campo de fútbol. Al año siguiente ascendió el Extremadura (a nadie se le ocurrió llamarlo 'el equipo de la Junta') y también se llevaron los 500 millones para otro campo de fútbol. Al Badajoz, por aquello de los votos, sin subir se le hizo otro campo de fútbol. Suerte que tienen algunos.

No tengo ni idea, pero los hay, que intentan predisponer a la región contra la capital autonómica. No se por qué. Con la Universidad ya sabemos qué pasó. Recuerdo como terminaba un villancico de mi padre: Jesús preguntó a María / Que cuál era la verdad / Y ella tampoco sabía / El por qué se dividía / En dos la universidad.

Mérida está líder y ya no le gusta a más de uno, comienza la campaña de acoso y derribo. La envidia es consustancial en algunos, claro que el envidioso sufre de lo lindo al comprobar que su martirio lo lleva dentro. Ya lleva la penitencia encima. Y le corroe. ¡Que se joda!

Por mucho que algunos intenten perjudicar a Mérida, jamás lo logrará o lo lograrán, porque esto es de muchos. Y no me estoy refiriendo a la política, que me huelo algo (¡Ah! Si lo piensan, ¿por qué será?). Mérida es una ciudad pacífica, otros la llaman apática. No la jurgen porque la ciudad, cuando se pone de mano, es caballo de raza pura cuando se la intenta vapulear.

Reconozco que mi lucha por Mérida viene de atrás, lo aprendí de mi padre cuando escribía: Nosotros también buscamos / El alba de Extremadura, algo que está en nuestras manos / Y donde no cabe duda. Y sabemos que el remedio / Es el amor que perdura. / Que nosotros le tenemos / a esta tierra hermosa y dura. Y el lazo de amor es este./ Para esta ocasión que es única / Mérida centro y partida / Capital de Extremadura.

Mérida ganó ayer, disfrutémoslo.