La escultura en mármol de Carrara de Santa Eulalia es un reto que el escultor emeritense ha realizado para su ciudad.

Muchos ciudadanos en el acto de el pasado sábado, donde el arzobispo, Santiago García Aracil, la bendijo en presencia del alcalde de la ciudad, Pedro Acedo; presidente de la Asociación para el Culto de Santa Eulalia, José María Alvarez Martínez; arcipreste de Mérida, Antonio Bellido Almeida, el escultor Eduardo Zancada y muchos ciudadanos.

La mañana amenazaba lluvia. El acto fue muy entrañable, con bastante concurrencia. Me hubiera encantado ver al arzobispo con su hábitos, no en traje de chaqueta. No sé, añoranzas de ver al más alto mandatario eclesiástico con su sotana negra con botonadura y fajín rojo, palio arzobispal, mitra, anillo (que sí lo llevaba), báculo y el solideo color violeta. Nos tuvimos que conformar con un buen corte de traje oscuro y, sustituyendo a la corbata, la collareta y la cruz pectoral, que la lleva siempre.

Palabras de cada uno de los asistentes. Cerró el acto el alcalde. Hubo intentona para que lo hiciera el arzobispo. El protocolo se impuso y, aunque era un acto eclesiástico, al ser también civil, por ser la autoridad más amplia y con asistencia de la corporación municipal, casi en pleno, fue el alcalde quien cerró el acto, y al final todos cantaron el himno de Santa Eulalia, que la mayoría no se lo sabían.

No se me olvidará esta fecha del 12 de marzo. Pocas horas antes nacía mi quinto nieto, Javier Delgado García, con casi cuatro kilos de peso y con ganas de comerse al mundo. Tan bonito como Santa Eulalia.