La sala de fiesta El Tabarín, ubicada en la carretera de Cáceres a la salida de Mérida era la más conocida de la región y visitada por empresarios, ganaderos, agricultores y profesionales de todas las ramas. No hay nada escrito sobre esta sala de fiestas tan conocida en Mérida, hemos recurrido a la tradición oral, todavía hay muchos que visitaron o trabajaron en ella como Angel Silva, Alfonso Rubio y Antonio Manotas.

LAS ORQUESTAS La sala El Tabarín se abría a las diez de la noche y cerraba a las cuatro y media de la madrugada. En la gran sala, donde había veinte o treinta mesas con sus sillas y una pista en el centro, en una plataforma tocaba la orquesta "Conjunto Mambo" que lo componían Miguel Mateos y Rafael Ramírez Castro ambos al saxofón, Alfonso Rubio Solís a la trompeta, Francisco Bejarano en el órgano electrónico y Luis Calderón y Angel González Márquez tocaban la batería.

También había otro grupo compuesto por tres músicos que se llamaban "El Trio Tabarín" con Manuel Manotas a la guitarra, "Mielito", que tocaba la guitarra y la batería y Antonio "Calderilla" al saxofón, estos dos últimos eran de Montijo.

Se solían tocar pasodobles, boleros, fox, chachacha, sambas y tangos. Se bailaba en la pista y sacar a una joven no era fácil, costaba alguna que otra consumición y las más solicitaba se la llevaba quien más poder adquitivo tuviera.

El Tabarín era el auténtico cabaret donde más de uno se quedó parte de su empresa, las ganancias de la venta del ganado o el dinero de la cosecha, habían ido a celebrarlo para tomar una copa y ésta se convertía en una noche,inolvidables, y sin una sola peseta en el bolsillo. Sacar de la sala de fiestas a una chica del Tabarín, según nos cuentan, costaba entre veinticinco a treinta mil pesetas, sólo sacarla, esto se ingresaba en la caja como aportación independiente a lo que costara los servicios de la joven que se llevaba, al margen de su trabajo, un diez por ciento en la consumición de las bebidas. En determinadas épocas había hasta veinte jóvenes comprendidas entre los veinticinco a treinta y cinco años, pero dentro de los que trabajaban comentan que también las había de dieciocho años a los veinticinco, eran las más solicitadas.

Las jóvenes, cada noche, montaban un espectáculos con baile y algunas cantaban boleros, tangos o pasodobles muy bien vestidas y con cierta gracia que hacía las delicias de la concurrencia.

Esta sala de fiestas se cerró a finales de la década de los setenta y se abrieron otras como el 007 o Las Palomas, todas, en este momento, están cerradas. En la ciudad no queda ninguna sala de fiestas con chicas de alterne.