Ayer, en el auditorio del Centro Cultural Alcazaba de Mérida, se nombró hijo adoptivo a Valentín Carrascosa. Desde esta columna ya lo habíamos insinuado hace tiempo. Se lo merecía.

Desde el año 1975 estuvo dirigiendo la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) hasta el 2002. Veintiséis años consiguiendo objetivos que parecían imposible. Primer director de la Escuela Politécnica de Topografía e Informática. Tuvo que luchar con muchas dificultades. Los primeros pasos fueron en la calle Los Maestros, en un pequeño piso. Un sillón, dos sillas, una vieja mesa y libros por el suelo porque no había ni estanterías. Para ayudarle en esta tarea, el alcalde, Manuel Sanabria, y después Pedro José Aránguez, le cedieron a un empleado del ayuntamiento, Manuel Amigo, que como secretario luchó codo a codo con profesores, como Ana González o José María Delgado, que todavía imparten clase en la UNED sin cobrar, en estos primeros pasos, ni una peseta. Era el reto de sacar la universidad adelante, algo que todos debíamos aportar, como lo hicimos los que estábamos de periodistas en aquella época Miguel Manzano y Felipe Rodríguez. Se mudó de ubicación a la entonces Casa de Cultura en la calle Moreno de Vargas, donde estuvo el Instituto Santa Eulalia, rezumaba cultura el lugar, esa viaja casona que todos recordamos.

Esa lucha de Valentín Carrascosa, que tuvo que sacrificar horas con su mujer e hijos, dar conferencias en todo el mundo y lograr que el centro de Mérida fuera reconocido como uno de los mejores de este país, bien merecía esta distinción. Enhorabuena.