El camalote, o jacinto de agua, se está retirando de las orillas del Guadiana a su paso por Mérida. Desde Medellín hasta nuestro entorno está repleto. Meses de trabajo y todo por no prevenir en su momento lo que ya se había denunciado.

Hemos visto como retiraban una a una estas plantas. Son grandes, de más de un metro y con unas raíces acuáticas que parecen plumas.

Con los adelantos que hay hoy no nos explicamos que no haya alguna máquina para efectuar este trabajo. Retirar estas platas, que no están sujetas a nada y que corren de un lado a otro con una facilidad tal que si no la exterminan de forma total, tendremos problemas y graves. Estamos seguros que ante una invasión, que nos afecta a todos, si ocurriera en otro pais europeo, los vecinos estarían ayudando, comprometiéndose en poner todo su apoyo y así agilizar el trabajo.

El río Guadiana y el Albarregas es algo nuestro, pero no sólo para pasear y verlo, o para que algún gamberro haga de las suyas. No. Es para algo más. Si estos ríos necesitan de nosotros, las autoridades tanto de la Junta de Extremadura, Ayuntamiento de Mérida y Confederación Hidrográfica del Guadiana deben solicitar la ayuda ciudadana, como una colaboración común, como algo que nos afecta a todos. Implicar a los emeritenses para concienciarlos de que es algo muy nuestro y lo nuestro, cuando se necesita ayuda, debemos dársela con las instrucciones lógicas para que sea rentable el trabajo. La planta es preciosa, las flores muy bonitas pero el daño que está propiciando es de tal magnitud que no nos damos cuenta de su importancia y de su extrema gravedad.