Hace más de diez años, el Ayuntamiento de Badajoz inició, en serio, su apuesta firme y decidida por convertir a la ciudad en un lugar de atractivo turístico. Hasta entonces, podemos hablar de esporádicas campañas promocionales y proyectos con cierta altura de miras pero que, bien por falta de presupuesto o por falta de entusiasmo, fueron diluyéndose en el tiempo. Peor aún, recordamos con cierto dolor aquellos ya lejanos tiempos en los que incluso la gente de Badajoz aceptaba a su ciudad como un lugar de paso, un punto en el mapa entre Madrid y Lisboa, sin demasiados, sin suficientes reclamos como para que cualquier visitante decidiera parar, alojarse y disfrutar entre nosotros. No hay que remontarse muy atrás para encontrar una forma de pensar tan limitada.

Sin embargo, como escribía antes, hubo un momento en que tuvimos que mirar hacia adelante, sacudirnos los complejos y promover acciones encaminadas a colocar a Badajoz en el mapa turístico español, extremeño, portugués, europeo y transfronterizo. Desde el lema Imagina Badajoz han pasado muchas y buenas cosas.

La sociedad badajocense interesada en el turismo, en el patrimonio, en las tradiciones y en la promoción de la ciudad en general se ha volcado y así, hemos encontrado desde observatorios del turismo hasta vanguardias gastronómicas, desde la permanente superación de las principales fiestas hasta una lenta pero segura y hermosa rehabilitación y puesta en valor de nuestros esenciales rincones artísticos, patrimoniales y urbanos. Pasando, obviamente, por la realización de webs, puntos informativos, vídeos, cartelería, folletos, libros y una pléyade de recursos que han contribuido a situar a Badajoz en el lugar que se merecía.

Porque Badajoz es una ciudad con historia, con monumentos de indudable interés, con recovecos que causan emoción, con personajes en su historia que reclaman la atención, con jardines frondosos y un río que nos da la vida, con inquietudes y actividades culturales y de ocio que no defraudan, con el bullicio comercial que jamás decae y con lugares perfectamente equipados para recibir a todo tipo de visitantes que, además del motivo de su visita, siempre tendrán otros argumentos para vivir de verdad una experiencia enriquecedora.

En Badajoz cualquiera puede poner a prueba sus sentidos y comprobará que no es difícil lograr que se emocionen. Afortunadamente, el trabajo de todos, el empeño de todos está logrando que cada año aumente el número de visitantes, que cada vez sean más las personas que vienen a Badajoz a descubrir y se marchan convencidos de que le viaje mereció la pena.

Queda mucho por hacer pero el largo camino recorrido nos demuestra que a Badajoz sólo hay que conocerla un poco para quererla para siempre.