El pasado mes de abril, el ministro del Interior, José Antonio Alonso, opinó que hubo "imprevisión política" por parte del Gobierno del PP ante la amenaza del terrorismo islamista que nos golpeó el 11-M. Su antecesor, Angel Acebes, le tildó de "miserable" por decir eso. A Acebes y al PP les será difícil repetir estas descalificaciones, porque los documentos enviados a la comisión de investigación sobre el 11-M, cuya creación exigieron ellos, demuestran que aquella imprevisión, gravísima, existió.

Según esta información oficial, los avisos al anterior Ejecutivo sobre el riesgo extremo de un atentado integrista en España fueron insistentes. Los servicios de información hicieron su trabajo con eficacia, acertaron en el análisis e identificaron y siguieron a algunos de quienes estuvieron detrás de la masacre. Pero ni el Gobierno del PP interpretó la prioridad de esa amenaza ni ofreció a los cuerpos de seguridad los medios necesarios para llevar más lejos sus investigaciones. Extraña, pues, al sentido común, que el 14-M se empecinara en decir que la probable autoría era sólo de ETA cuando, como está demostrado, tenía suficientes datos sobre la mesa para temer al terrorismo islamista.