XVxivimos en una época de cambios o en un cambio de época? Los cambios en el mundo de hoy vienen definidos por su velocidad y amplitud. Desde la economía a los transportes, desde la globalización de los mercados a los profundos cambios tecnológicos y ambientales. Vivimos en una aldea global que intercambia bienes y servicios y a la vez construye agrupaciones de países para ser actores globales. El proyecto europeo es la respuesta a la pregunta inicial, sumar esfuerzos para construir respuestas conjuntas a problemas que superan la capacidad de cada Estado y tener peso en un mundo globalizado.

Hoy sigue vigente el lema piensa globalmente y actúa localmente . España y Portugal durante decenios vivieron de espaldas. La frontera dividía a los pueblos, alimentaba la desconfianza de los vecinos y buscaba aliados lejos de la frontera. El modelo fronterizo tuvo efectos perversos y lastro durante años de forma especial al interior portugués y a las cuatro comunidades autónomas de la raya.

Los resultados de las elecciones en Portugal y la aprobación de la Constitución europea por los españoles nos sitúan ante una nueva oportunidad que debe ser aprovechada por los gobiernos de Sócrates y Zapatero . Crear de forma efectiva y no retórica una Alianza ibérica que permita lograr el desarrollo socio económico de los 54 millones de ciudadanos que viven en los 597.135 kilómetros cuadrados de la península y tener una voz ibérica fuerte en la Europa de los 25. La población de España y Portugal representa el 11% del total de la Unión Europea (UE) y juntos son el quinto país grande de la UE. Los retos del nuevo Gobierno luso son de envergadura y urgentes. Escaso crecimiento económico, un déficit real del 5%, una Administración gigantesca y sobre todo un sentimiento pesimista en los ciudadanos. España tiene una situación socio económica diferente pero comparte con Portugal la necesidad de impulsar el crecimiento y continuar la renovación del sistema productivo y educativo. La península es parte de un mismo territorio europeo con dos países que deben funcionar como uno solo, con unas infraestructuras que para ser sostenibles deben ser utilizadas de forma conjunta. Los gobiernos socialistas de ZP y Sócrates tienen una cita con la historia. Son dos presidentes del oeste peninsular, tienen varios ministros del oeste --Caldera, Trujillo, Alvarez, Salgado, Espinosa... -- y deben elaborar y proponer de forma conjunta una propuesta a los españoles y portugueses que ilusione y ofrezca medidas concretas. Una alianza con tres frentes. Una presencia en el mundo, con una defensa férrea de los fondos estructurales en la Europa ampliada y un impulso a las relaciones con América Latina; un plan de reactivación e integración de la economía y las infraestructuras de la península: construir el Ave ibérico, nuevas autovías transversales del Oeste en Andalucía y Extremadura, y por último, un plan de utilización conjunta de servicios básicos, desde hospitales transfronterizos a la lucha contra los incendios. De momento, no se trataría de crear una Alianza ibérica con personalidad jurídica --Confederación ibérica-- cuanto más una alianza con dimensión política y medidas prácticas. Se visualizaría en unas cumbres semestrales y un secretariado permanente con sede compartida en Madrid y Lisboa. Las comunidades autónomas y los distritos portugueses tendrían un papel estelar en la Alianza ibérica.

Los ciudadanos ibéricos albergan la esperanza de ser escuchados y atendidos por Sócrates y ZP y esperan la decisión en la próxima cumbre anual. Impulsar la alianza de civilizaciones para responder a los desafíos globales y lanzar la Alianza ibérica para el crecimiento, el empleo y la modernización definitiva de España y Portugal. Mientras, los ciudadanos y la administraciones regionales y locales deben animar desde la acción cotidiana la Alianza ibérica que necesitamos y soñamos.

*Coordinador de

Infraestructuras del MSU