TCtrisis. Los grandes han vuelto a casa, a que mamá y papá se ocupen de ellos. Y creíamos que eran adultos hechos y derechos; pues va a ser que no. Y nos preguntamos, ¿quién va a salvar a los pequeños, a los nuevos parados, a quienes no llegan a fin de mes, al ciudadano medio con hipoteca y gastos de luz, agua y demás, a los que no van a poder pagar el alquiler, a los inmigrantes pobres aquí y sin poder mandar dinero allá...? Sabemos del dinero que se enchufa a las grandes empresas, a las mismas cuyos consejeros se subieron el sueldo a la vez que echaban a la calle a un montón de gente... Crisis; crisis del neoliberalismo, bancos y grandes corporaciones que piden auxilio al Estado como niños reclaman ayuda de papá. Fíjense, piden que se les saque las castañas del fuego porque la magia no funciona. ¿Dónde está la mano invisible que todo lo arregla, que hace que el mercado marche por sí solo y, es más, marche bien? Pues no se la ve por ninguna parte. Y hay dos conclusiones. O era un falacia (otra más); o ha salido corriendo viendo el percal (que a éstos no hay quien los ayude).

Y recuerdo a un amigo que trabaja en un banco. Que siempre dice (o decía, yo no sé que dirá ahora, tengo que llamarlo) que "lo mejor es que el Gobierno no toque demasiado los asuntos económicos, que la economía por sí sola va y se autorregula y bla bla bla". Pues por lo que se ve o se ha autorregulado mal o no es verdad que no haya que intervenir o hace falta un poquito de estatalismo , de que el Estado meta mano, para entendernos. Y algunos se asustarán cuando oigan hablar de intervención del Estado y de regulación (ojalá) de precios, salarios, etcétera y de impuestos altos, pero recuerden que más se asustan otros por no poder pagar el piso o los libros del cole o la calefacción... Porque la libre competencia no es tan libre y al final puede derivar en libre miseria y caos reinando por todas partes.

Y al final, visto lo visto, que una también ha sido víctima de la crisis y que no cree en la magia, dan ganas de tomarse algo bueno y volar por allá arriba. Porque puestos a alucinar con la situación pues alucinemos como Dios manda y recordemos aquellos tiempos en que alucinar parecía un placer y no lo era, y en que después de haberlo probado preferíamos no alucinar ya que en la tierra se estaba mejor y era más seguro. Y ahora va a ser que no y que evadirse no estaba tan mal. Lo malo, eso sí, será el despertar.

*Periodista.