El alumno disciplinado

Tenía ganas de presenciar el debate entre los líderes del PP y el PSOE sobre el Estatuto catalán. Además, me apetecía hacerlo desde el sillón de mi casa. Pero como el señor Ibarra no aceptó el desafío lanzado por Carlos Floriano de debatir ante las cámaras de televisión, y con ello, ante los ciudadanos, me tuve que desplazar a Mérida. Pensaba que tras la negativa del presidente de la Junta estaba el miedo a que los extremeños escuchásemos los paupérrimos argumentos de los que dispone el PSOE de Extremadura para defender su postura ante en Estatut. Pero me equivocaba. Rodríguez Ibarra no deseaba que el debate lo presenciaran más de los que asistimos el jueves al pleno --unos quince, sin contar a los diputados-- porque las confesiones que daban cuerpo a su discurso merecen la más profunda de las reflexiones. Toda la falsa parafernalia extremeñista de nuestro presidente autonómico, todos los alardes de defensor contracorriente de los extremeños y sus intereses, se desvanecieron cuando Ibarra reconoció, públicamente, que ha votado Si al Estatut "sólo por disciplina de Partido". Por fin salió el verdadero Ibarra, el disciplinado. El fiel escudero de Zapatero, el disciplinante. Quién dijo que el presidente del Gobierno no controlaba su partido. Quién afirmaba que Ibarra hacía lo que quería en el PSOE porque no podían con él, porque era un líder poderoso. Quién aseguró que Ibarra, con tal de defender a los extremeños, se iba a posicionar en contra de su propio partido. Sin duda, los que no conocen al verdadero Ibarra, los alumnos del alumno. Pero a más de uno le habrá cambiado la opinión. Apuesto que incluso dentro del PSOE los habrá que hayan dejado de confiar en Rodríguez Ibarra. Les invito a reflexionar si este engaño a los ciudadanos es propio de un político fiable o de un alumno de artes marciales, que obedece las órdenes de su maestro Zen y golpea fuertemente al extremeño. A usted le recomiendo que piense en lo sucedido. A Rodríguez Ibarra le recomiendo que se compre un cinturón.