Fue, sin duda, una estrategia calculada: había que reventar la reunión. Por primera vez, la agenda de la Cumbre Iberoamericana contenía proyectos y presupuestos: desarrollo y cohesión social, con una chequera encima de la mesa puesta por el Gobierno de España. Una alternativa, de hecho, a la pretensión de que el petróleo de Venezuela permita a Hugo Chávez una política de ropero populista que lo mismo sirve para dar calefacción a los pobres de Londres o Nueva York que para disputar el liderazgo continental a Brasil. ¿Cómo torpedear las iniciativas lideradas por el Gobierno de España? Nada más eficaz, por doloroso, que golpear en un hígado inflamado. La sombra de la política exterior de Aznar es un fantasma que aún anda suelto por Latinoamérica, sobre todo porque él pretende desacreditar a Rodríguez Zapatero siempre que puede, y esa actuación recuerda que se ofreció como monaguillo de la política de George Bush en la época en la que los embajadores de EEUU ya no podían convocar a dictadores suramericanos en sus despachos. Insultando a Aznar reiteradamente, Chávez forzaba a Rodríguez Zapatero a defenderle solo por dignidad institucional. Aznar es nuestra tragedia exterior, pero nadie puede ofender a un presidente constitucional de España en presencia de otro. Y el rey Juan Carlos , agotada su paciencia, irrumpió con contundencia. ¿Qué habría hecho el PP si la delegación española, incluido el Rey, no hubiera sobreactuado frente a los insultos de Chávez? El resto de nuestro hígado tiene otros factores de debilidad frente a la demagogia: nuestras empresas son los primeros inversores en la mayoría de los países iberoamericanos, así que nada más fácil e inexacto que hacer el retrato de la codicia de los viejos conquistadores. A Chávez le empieza a fallar el coro, porque la bronca permanente es insoportable hasta para los amigos. Con la repercusión de lo sucedido en Santiago, el presidente venezolano sabe que el hígado inflamado de España se resiente de los golpes. Pero no debería olvidar que, en nuestro hígado, la figura del Rey está aún blindada.