WSw in balanzas fiscales contra las que levantar la voz ni convocatoria de manifestaciones para exigir el mantenimiento de la configuración del Estado autonómico y del reparto de los fondos para financiar a las comunidades, que fue el eje del discurso institucional del año pasado cuando todavía estaba pendiente el acuerdo de financiación autonómica, el que el presidente de la Junta pronunció anoche en el Teatro Romano tras la entrega de las medallas de Extremadura sirvió para hacer a los extremeños el áspero recordatorio de que estamos en tiempos de vacas flacas y de que éstas se notarán con más crudeza que lo que lo han hecho hasta ahora en el próximo Presupuesto. Guillermo Fernández Vara no concretó --no era momento de entrar en detalles en los actos de conmemoración del Día de la comunidad--, pero sí dijo que como los ingresos de las administraciones han caído en picado "los Presupuestos del 2010 deberán recoger esa caída". Es decir, que las inversiones públicas se resentirán el próximo año. Entra dentro de la lógica: no se puede vivir como si no ocurriera nada; como si España no estuviera en recesión; como si el consumo no se hubiera desplomado; como si no hubiera inquietud en el futuro y como si más de 104.000 extremeños (poco menos del 10% del total de extremeños; casi el 20% de la población activa) no estuvieran apuntados en las oficinas de empleo.

Queda ahora hacer encaje de bolillos y ´política´. En tiempos de dificultades es cuando más se aprecia el sesgo ideológico de un gobierno porque es cuando tiene que elegir, determinar prioridades y sacrificar planes. Fernández Vara ya anunció que la austeridad no debe hacer que se resientan ni la calidad de los servicios públicos (Sanidad, Educación, Atención a la Dependencia...) ni el desarrollo productivo. Habrá que estar atentos y ver qué sector, programa, medidas, etc. serán los sacrificados el próximo ejercicio como consecuencia de la caída de los ingresos.

La llamada a la austeridad de Fernández Vara fue varias veces explicitada en el discurso de anoche: el presidente evitó andar con paños calientes. Por eso se echó de menos que no abundara más en lo decisivo que resultaría en una situación de crisis como la que vivimos emprender una lucha sin cuartel contra el fraude fiscal, una asignatura pendiente no de este o aquel gobierno, sino de nuestra democracia. Y eso que el presidente recordó que "bastaría con que el dinero que existe en paraísos fiscales y cajas de seguridad de los bancos aflorara en su totalidad para que la discusión sobre subidas o bajadas de impuestos fuera innecesaria". Si eso es así --y seguramente lo es-- el Gobierno de Zapatero debería orientar sus esfuerzos en la persecución de quienes escapan al control del fisco antes que en el lanzamiento de globos sonda sobre si aumentar los impuestos, cuáles y en qué medida.