Vivimos tiempos de tergiversación en que a una fiscal por hacer su trabajo se la llama fascista y el nacionalismo se define como amoroso. El último ejemplo de este llamar a las cosas por el nombre que no es fue el de Irene Montero, que parece que habla siempre con la boca llena y a la que se le llenó la boca con ese «machirulo» que le endilgó al diputado pepero enfrentado a su ‘jefenovio’. Porque la evidente grosería de ambos no convierte al popular en un machista, que es lo que significa el palabro pero que permite rebajarle a lo peor de lo malo. De este modo, Iglesias consiguió de nuevo lo único que le interesa, porque al líder no le gustan los despachos, pero sí la performance o mejor el circo, sin animales, claro, ya sea acunando al rorro en el hemiciclo, besando en el morro a otro diputado, sentando en el suelo a las huestes o paseando comisiones. Así consigue que las personas educadas a las que irrita, pongan cara de susto, como Guindos, y las menos educadas o más viscerales respondan a la provocación. Y como lo que busca, y desde que ha laminado a Errejón más, es la proyección en los medios, prepárense a estos montajes. Por supuesto que hay otros que, con más años, tendrían ya que conocer la importancia de dignificar su labor con unas formas que deberían ser exquisitas. Así resultan igual de grotescas las de Celia Villalobos y sus términos inadecuados, maternalistas, si eso existe, y faltos de toda profesionalidad: Pablo, mi amor..., Pablo, cariño..., expresiones fuera de lugar y fuera del registro exigible. Faltas de respeto en el Congreso ha habido siempre y forman parte de la dialéctica parlamentaria. Pero lo de ahora es un uso barriobajero en sedes dignas de mayor nivel y la difusión en las redes de un lenguaje tertulianesco propio del reality eterno en que se ha convertido la labor política a fuerza de degradarla, que alcanza la desmesura como allende los mares demuestran a diario ese Trump o ese Maduro. El tener aquí cerquita a imitadores suyos tan enemigos del trabajo serio, constructivo y exigente augura lo peor.

* Profesora.