El Auditorio de Barcelona acoge esta noche a la cantante portuguesa Dulce Pontes (Montijo, 1969), la considerada heredera de la mítica reina del fado Amália Rodrigues, fallecida ahora hace cuatro años. En esta ocasión, la intérprete de Lágrimas (el disco que en 1993 la consagró) presenta su peculiar versión de varias piezas compuestas por Ennio Morricone, que han triunfado como música de películas muy famosas (desde Cinema Paradiso a Hasta que llegó su hora, por ejemplo). La relación de Pontes con Morricone no es de ahora. Ya cantó en 1995 A brisa do cora§ao, que el autor de La muerte tenía un precio incorporó en la banda sonora de Sostiene Pereira.

Pontes llevaba desde los 7 años estudiando solfeo, piano y danza en el Conservatorio Nacional de Lisboa, y cuando parecía decantarse por el baile le llegó una oportunidad inesperada: sustituir a la cantante principal de un espectáculo musical que se representaba con éxito. En dos semanas se aprendió el papel y, con menos de 20 años, se embarcó en una aventura triunfal, pese a que sufrió las críticas despiadadas de los que la acusaron de destrozar el fado.

Aunque parezca mentira, la selecta Pontes intervino en el Festival de Eurovisión de 1991 con Lusitana paix o. Quedó en octava posición. Exactamente igual que la triunfito Beth en la edición de este año.