El comienzo de la campaña de la renta de este año coincide con el alzamiento de determinadas voces que claman la destrucción de los conciertos educativos bajo la excusa de que segregan al alumnado. Lo cierto es que Extremadura cuenta con una de las proporciones más bajas de centros concertados y privados de toda España (apenas ronda un 20%), pero lo preocupante es que algunos sectores educativos quieran hacer ver que con el dinero de todos se está sosteniendo una educación de unos pocos: ¡No es verdad en absoluto! Precisamente con nuestros impuestos --porque son de todos-- los poderes públicos deben garantizar la libertad de elección de centro por parte de las familias.

Olvidan estos detractores de la concertada que el Estado es subsidiario de la educación, cuyo derechos y deberes recaen en un principio en los padres. Porque, de lo contrario, volveremos a épocas más oscuras en las que los poderosos de turno decidirán exactamente cómo educar a nuestros hijos, bajo qué ideas, premisas, principios, objetivos y metodologías. Ese es el camino del totalitarismo, no de la libertad.

La réplica que encuentro en estos foros es siempre la misma: «El que quiera otro tipo de educación que se la pague de su bolsillo». Es decir, que se permita como un mal menor la educación privada... una educación sólo para ricos. ¿Es esa la manera de evitar el elitismo y la segregación? Ya.

Me temo que detrás de este asunto hay otros intereses, envidias y egos. Es el mismo tipo de animadversión a la libertad que pretende que la religión quede fuera del sistema educativo o que no se permita marcar la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta.

¿Por qué molesta tanto que el contribuyente pueda decidir parcialmente a qué se dedican sus impuestos? No debería ser tan difícil de entender que en determinados temas los principios éticos, morales o ideológicos son importantes para los ciudadanos; y si no podemos ponernos de acuerdo al 100% sí que podemos respetarnos mutuamente y garantizar la convivencia con mecanismos que faciliten optar libremente por unos o por otros.

Por todo ello y por el interés de los padres --no me cabe la menor duda-- la educación concertada seguirá siendo sostenida con fondos públicos.