Una de las críticas habituales en relación con la seguridad es la impunidad de la que gozan los delincuentes multirreincidentes al amparo de una legislación excesivamente benévola. Así, a la mayoría de ciudadanos les resulta muy difícil de comprender que, en aplicación de un Código Penal garantista, se permita que sigan en la calle personas que acumulan decenas de detenciones. La razón es que, como muy bien saben los propios delincuentes, sus desmanes no entran técnicamente en la categoría de delito y se quedan en simple falta: si lo sustraído no supera los 400 euros de valor, la ley considera que no han cometido un robo, sino un hurto, que no está penado con la cárcel. De ahí se deriva un círculo vicioso ya conocido y que llena de bochorno: delito-detención-conducción ante el juez-puesta en libertad-nuevo delito. Un auténtico despropósito que causa una alarma social tan innecesaria como peligrosa.

Contra este lamentable estado de cosas se ha alzado la justicia en Cataluña, enviando a la cárcel a delincuentes multirreincidentes. El problema no es exclusivo de una determinada zona de España, y por eso la solución debería extenderse, porque es importante la estrategia que se ha empezado a aplicar, la cual debería quedar refrendada y ampliada en la reforma del Código Penal que prepara el Congreso.