Los periodistas que siguen los pasos de Mariano Rajoy llevan tiempo quejándose de que el presidente del PP no abre la boca. Dicen que les rehúye y, que si no puede evitar el encuentro con ellos, se escapa contando que ese día hace calor o que ha llovido mucho. Y más allá de las impresiones de nuestros colegas, lo cierto es que en las imágenes televisivas de esos no comment el líder de la derecha sonríe pícaramente, como si disfrutara de ese juego.

Se podría ahondar en el significado de esa complacencia --¿es un desprecio a la prensa?--, pero lo cierto es que ninguna ley le obliga a hablar si no quiere. Rajoy está en su derecho de callar tras la detención de un dirigente del PP acusado de corrupción creyendo que, si habla de ello, se implica en el asunto, de alguna manera lo hace suyo, y que eso no le conviene. Otra cosa es que haya gente que deduzca complicidad de ese silencio: pero, al parecer, los expertos del PP están convencidos de que la corrupción no reduce sus posibilidades electorales. Que por muy indignados que estén con hechos como el ´caso Gürtel´, sus partidarios no van a votar por el PSOE.

Lo cual lleva a concluir que las quejas no van a servir para mucho y que lo previsible es que Rajoy siga hablando del tiempo cuando le planteen esas cuestiones. Distinta es su prudencia verbal en torno a la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña, porque con ella solo pretende no entorpecer la posibilidad de un entendimiento con CiU. Más inquietante es su locuacidad sobre los problemas económicos de España: porque no dice nada, más allá de generalidades vacías que solo pueden contentar a los más fieles. Está claro que la única solución a la crisis que propone el jefe del PP es que Zapatero se vaya.

En definitiva, que cada silencio responde a un imperativo táctico distinto. Pero la suma de todos ellos, unida a la imagen que Rajoy ha proyectado desde siempre, obliga a plantear la siguiente pregunta: ¿tiene algo Rajoy en la cabeza, aparte de un proyecto muy estructurado de cómo mantener su poder en el partido y de una estrategia no menos afinada para ganar las elecciones?