El presidente de Estados Unidos, George Bush, anunció el sábado que impulsará en el seno de las Naciones Unidas una nueva resolución sobre Irak. Se trata, tal vez, de una última oportunidad para la paz, pero también de un ultimátum en toda regla al Consejo de Seguridad en el vertiginoso camino hacia un desenlace bélico. Porque Bush tuvo interés en dejar claras dos cosas: esta resolución será la última y no habrá plazo para que Sadam Husein siga jugando al gato y al ratón con los inspectores de la ONU.

Que el líder norteamericano haya lanzado esta nueva iniciativa al lado del presidente español, José María Aznar, indica que la Casa Blanca tiene un gran interés en no aparecer aislada en esta crisis. La presencia del presidente español en el rancho tejano de la familia Bush consolidó el tridente de aliados de Estados Unidos que forman Gran Bretaña, Italia y España. De hecho, José María Aznar comprometió el voto de España en la ONU a favor de las posiciones de Washington. Sería deseable, no obstante, que España jugara un papel moderador en la redacción de la nueva resolución sobre Irak y no el de mero comparsa para esconder una agresiva política unilateral de Estados Unidos.