TBtadajoz es una ciudad hermosa o fea, según se mire. Está limpia o sucia, según se mire. Tiene un casco histórico con futuro o sin futuro, según mire Cristina Herrera o Lorenzo Blanco. Badajoz es vida o no, según mire un pediatra o un dueño de funeraria. La vida (que no es Badajoz únicamente) es blanca o negra, cara o barata, feliz o desdichada, según se mire. En La Mancha están unos hasta el gorro de Don Quijote y su centenario y otros, que los hay, están muy contentos. A Gaspar García Moreno, director de nuestra televisión, le dirán que lo hace bien o lo hace mal, según quien mire los programas (porque lo de plural es siempre el singular de unos y otros. Si salgo yo mucho en mi singular, es plural, y si salgo yo poco en lo plural, es singular y partidista).

Lo mejor de ir llegando a viejo es tener dos ojos. No dos ojos, ojos, sino dos ojos espirituales, uno para mirar de cerca y otro para mirar de lejos, y si se puede hacer al mismo tiempo, mejor. Claro que existe el peligro de la bizquera y, entonces, se mezclan las cosas y uno acaba no viejo sino confuso. Hay muchos personajes confusos y ancianos. Por ejemplo, los Reyes Magos, que hace años se adaptaban al realismo mágico y pobre de la España de posguerra y, ahora, andan confundidos regalando a diestro y siniestro lo que una economía familiar no puede mantener. Y, encima, llegan desde un Oriente que este año no está, precisamente, en condiciones de enviarnos regalos sino de pedir nuestra solidaridad después de la catástrofe. También es anciano Pinochet pero no está confuso como dicen sus médicos secuaces, aunque su caso no es según se mire, es de justicia y la justicia lleva los dos ojos vendados.

*Dramaturgo y director del Consorcio López de Ayala