El trío de las Azores presentó el pasado viernes ante el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que pretende regular la compleja posguerra iraquí. Más allá de la retórica, la resolución presentada por EEUU, Gran Bretaña y España pretende legalizar la ocupación de Irak por las fuerzas anglo-norteamericanas al menos durante un año, levantar las sanciones --el embargo-- y reanudar la producción y venta de petróleo sin las limitaciones del programa Petróleo por alimentos.

El texto menciona sólo de pasada el problema de las armas de destrucción masiva, teórico motivo principal para desencadenar la invasión, y no autoriza la vuelta a Irak de los inspectores de la ONU --como pide Rusia--, que sería lo lógico si los deseos de encontrar esos supuestos arsenales fueran sinceros.

La ONU no tiene, pues, ningún papel en el desarme iraquí. El "papel vital" que le reservaban George Bush y Tony Blair, y que cita la resolución, se limita, en realidad, a labores humanitarias y de infraestructura, como si fuera una ONG. Al firmar también el texto, el Gobierno de José María Aznar vuelve a alinearse incondicionalmente con Washington, como no ha dejado de hacerlo en la guerra y en la posguerra.