Como el más secular entre los pueblos árabes. Así definía el personaje del Doctor, palestino, a su nación en la novela ‘Hombres de lluvia’ de Maruja Torres. El personaje trabajaba en los campos de refugiados palestinos en el Líbano, unos campos que también en la vida real se han convertido en hogar para generaciones en lugar de los sitios de acogida temporánea para situaciones de crisis a los que están destinados.

El tiempo ha sido un traidor para la causa palestina. Siempre ha jugado en su contra. Y ahora ha encontrado un nuevo aliado: Donald Trump, que reconoce a Jerusalén como capital de Israel e ignora resoluciones de las Naciones Unidas y toda la ira que va a desatar en la zona.

El grupo palestino ‘Hamas’ ha hecho un llamamiento a una nueva Intifada, una «agitación o levantamiento», en su significado en árabe. Una mecha que vuelve a prenderse.

A veces reconfortaría pensar que el presidente estadounidense no juega con fuego, fruto de la ignorancia o el egoísmo, sino que realmente tiene un plan que al resto de los mortales se nos escapa.

En cualquier caso, Trump solo ha puesto el sello a la dinámica estadounidense de venia total a Israel. A los oídos sordos frente al resto de la comunidad internacional, a los ojos cerrados ante el desalojo de familias palestinas para crear nuevos asentamientos judíos y a la ignorancia ante la rabia que causa una injusticia tan prolongada en el tiempo.

Qué se hace con todos los asentamiento ilegales en territorio palestino. Cómo se desalojan familias que ya han vivido allí por décadas -de manera humanitaria claro, no siguiendo los métodos del Ejército israelí-. Qué ocurre si Jerusalén pierde su estatus actual como parece que busca Estados Unidos.

Afirmaba el personaje del Doctor que no sólo Palestina, sino el mundo en general está perdido, gobernado por sacerdotes, meapilas y santurrones. La secularidad del mundo árabe se ha venido difuminando desde hace tiempo para dar paso al islamismo, a la religion como salida ante el fracaso del arabismo. Y el cáncer del sectarismo religioso crece en los territorios palestinos. Y en Oriente Próximo. Cada vez más allí. Como también aquí.