El pasado es nuestra estela personal, nuestra huella. El pasado lo construimos con vivencias, con retazos de tiempo que guardamos en nuestro desván. Nuestro pasado está compuesto de ilusiones y desilusiones, de éxitos y fracasos, de errores y de aciertos, de alegrías y tristezas, de esperanzas y desesperanzas-

El pasado es la experiencia que nos ayuda a interpretar el presente y a proyectar el futuro; es el equipaje que nos acompaña en el viaje de la vida; es nuestra identidad y gracias a él tenemos conciencia de quienes somos. Somos, sobre todo, pasado; somos lo que hemos sido y vivido. Pero el pasado sólo existe si hay memoria de él; pobre del que lo pierda, porque sin él no se es nada.

Pero el pasado también puede hacernos mucho daño cuando nos resistimos a aceptar sucesos pretéritos que nos causan insatisfacción e infelicidad. Por ello es importante asumir nuestro pasado con humanidad, humildad e indulgencia y sin convertirnos en jueces severos. Una mirada excesivamente crítica y obsesiva hacia el pasado sólo nos puede arruinar el presente. Y es por ello que debemos hacer las paces con nuestro pasado, reconciliarnos con él. Se trata, al fin y al cabo, de vivir en paz con nosotros mismos.

Pedro Serrano Martínez **

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