Hace ya muchos años que las campañas electorales están enfocadas prácticamente a la televisión. Los candidatos preparan frases brillantes con las que impactar en los telediarios o propuestas llamativas recogidas en los 20 segundos que duran sus declaraciones en un informativo de televisión. A continuación se monta tal polémica en torno al enunciado de la propuesta --lo dicho, 20 segundos, cinco líneas-- que durante varios días se discute sobre la polémica y no sobre el fondo del asunto. El ruido se impone a la razón y después nos extrañamos de que los ciudadanos apenas aprecien ese esfuerzo de nuestros próceres por facilitarnos la vida si les votamos. Lo más desolador de las encuestas del último fin de semana fue saber que solo un 8% de los encuestados por El País respondían espontáneamente de manera favorable a la promesa de devolución de 400 euros hecha por Zapatero . Y solo un 7% hacía lo propio con el contrato para inmigrantes de Rajoy . En vez de aquel Toma el dinero y corre de Woody Allen , la campaña española se podría titular: Suelta el titular y... a otra cosa, mariposa .

Todos dicen en voz baja que habría que replantear las campañas. Que este maratón es caro, agotador y calienta solo a los convencidos. Aunque el empate técnico convierta a cada convencido en un artículo de lujo.

Por todo esto es tan estimulante y alentador que se hayan recuperado los debates cara a cara en televisión entre los dos aspirantes a la Moncloa. Es la guinda de una legislatura muy reformista. Su ausencia durante 15 años era una anomalía difícilmente explicable. Tras la experiencia que pilotará la Academia de la Televisión, habría que arrancar a los partidos el compromiso de que, en adelante, este cara a cara forme parte del juego electoral tanto como las urnas, y que su celebración no quede a merced de la voluntad de un candidato.

El 25 de febrero y el 3 de marzo no servirán solo las frases brillantes ni los eslóganes. Casi dos horas frente a frente, y ante millones de personas, obligarán a Zapatero y a Rajoy a bajar a la arena de los argumentos y a ofrecer política de la buena a los españoles.