Tienes talento’ es la traducción literal de Got talent, programa que antes de ayer, martes, batió los récord de audiencia en Telecinco con nuestro paisano extremeño Tekila, un bailarín con más cartílagos que huesos, a la que la audiencia y tres de cuatro «expertos» permitieron se llevara el honor de ser el viandante español con más talento de esta edición.

Originariamente británico, el programa fue creado para dar a conocer el talento de los silenciosos, aquellos británicos de andar por casa que en el ostracismo artístico por falta de oportunidades o de la vida misma que no te lo permitió o permitía, tendrían un talento artístico no reconocido popularmente, y al que el programa le daría la oportunidad de demostrarlo al gran público. No sé si les suena, y en su defecto, les animo a admirarlos, a Susanne Boyle, Paul Potts, Amira Willighagen, u One Voice, ganadores en varios países. Aquí, ha sido Antonio el ganador del concurso.

Y es que, Spain is different. Me alegro por el muchacho, no crean, incluso comparto aquello que prima en televisión «la audiencia es la que manda», y si no que se lo digan a uno de los «jurados expertos», Jorge Javier Vázquez, pero quedan las secuelas de traicionar el porqué del programa en sí. Qué talento silencioso quisiera competir en una final viendo este final.

Aún así no es de extrañar. Vivimos en una sociedad donde el talento lo ejercen aquellos que se aprovechan, devoran, incluso consumen el talento de otros, aquellos que destacan atribuyéndose el talento impropio y que ocultando la verdad prefieren en su agonía u abandono coronar al que menos tenga pues con ello siguen pareciendo lo que aparentaron y pretenden seguir siendo, los protagonistas que nunca fueron.

Y es que como diría Lincoln, que no Churchill, otro que la historia popular confundió en su autoría, «se puede engañar a todo el mundo algún tiempo… Se puede engañar a algunos todo el tiempo… pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo».

Con este final, les aseguro que Got Talent España sólo ha conseguido el final de su principio, aunque para Antonio, y me alegro, pudiera significar un principio, al menos él no engañó a nadie.