TItnsisten las autoridades de la nación en que no caben apresuramientos en el proceso de pacificación de Euskadi. No cabe quemar etapas ni proceder al empleo de atajos. No hay mesa de partidos hasta que no haya plena garantía de que la tregua indefinida y permanente de ETA sea una realidad. No hay legalidad de Batasuna hasta que ETA no haya dado pruebas suficientes de que ha abandonado de manera definitiva el empleo de la violencia, y por tanto, hasta que tal cosa no se produzca, Batasuna seguirá siendo una organización ilegal y terrorista por más impaciente que se encuentre ante las siguientes elecciones municipales del año que viene, en las que Batasuna querría volver a recuperar los municipios que perdió al quedar ilegalizada como fruto de la Ley de Partidos. Esa ley, por superada que esté por los nuevos hechos, y por denostada y maltratada que esté siendo desde buena parte de los partidos --el PNV, EA, CiU, incluso por parte del PSOE-- está, sin embargo, en plena vigencia...

De manera que ahora mismo, lo que más urge y lo que ocupa a autoridades y fuerzas antiterroristas no es otra cosa que comprobar, de manera fehaciente, que el alto el fuego es una realidad, y que la decisión es firme, permanente y a ser posible sin marcha atrás. Una vez que tengamos algo más que un formidable anuncio de paz empezará a moverse la maquinaria del Estado con todas sus implicaciones y efectos sobre presos, reinserción, eventual legalización de Batasuna, mesa de partidos, debate del futuro Estatuto vasco y otras materias a las que la pacificación de Euskadi deberá dar paso, con toda probabilidad...

Y en materia de verificación de esa tregua todavía no se tienen conclusiones definitivas, aunque se citen indicios de que los etarras están cumpliendo la palabra dada. Pero probablemente quince días no son un plazo suficiente, y algunas informaciones procedentes de Francia parecen menos optimistas que las que elaboran las fuerzas antiterroristas españolas. Como dijo el Rey, cautela y esperar. Esperanzadamente, sin duda, mientras no se demuestre lo contrario.

Y en esa línea de actuación y de pensamiento se mostraba el miércoles el mismísimo Papa Benedicto XVI , parece que mucho más esperanzado y muchísimo más feliz con la anunciada paz que muchos analistas y ciudadanos a quienes el anuncio etarra parece que les ha perjudicado la salud... Como si contra ETA estábamos mejor , y como si --alguno de ellos ha llegado a expresar opinión tan sorprendente como malévola-- era mejor que siguieran matando para que se comprobara la firmeza de convicciones de algunos... Desde luego, se puede mejorar el panorama, pero nada resulta, hasta la fecha, más esperanzador ni parece que pueda merecer otra cosa que parabienes, que el hecho de que se hayan cumplido casi tres años sin asesinatos etarras. ¿O tenemos entre nosotros a algunos nostálgicos de los crímenes etarras?

*Periodista