Hoy se cumple medio siglo de las fatídicas inundaciones que se registraron en Moraleja. Fue en la madrugada del 2 al 3 de noviembre del 1955 cuando el río Rivera de Gata se desbordó dejando a su paso una víctima mortal y cuantiosos daños materiales en el municipio.

Un gran estruendo anunció a los vecinos que aquella iba a ser una noche larga. La intensa lluvia acabó con buena parte de la carretera del puente de la fábrica de Mariño y también con la vida de Juan Domínguez, un vecino de Moraleja que, afortunadamente, resultó ser la única víctima de las inundaciones. "Sonó un ruido enorme, el agua rompió el puente y la corriente se llevó a la única persona que murió en la riada", recuerda a sus 83 años Antonio Mena, quien tampoco olvida los daños que las lluvias dejaron en el barrio de Las Eras, una zona de casas bajas construidas a base de adobe. "Pasamos mucho miedo, especialmente cuando el agua superó en algunas zonas el metro de altura". Antonio pasó aquella noche en vela. Llevó a su familia a casa de Antonio Román, que era de los pocos edificios altos que había. Mientras, en su propia vivienda colocó una bombilla para iluminar el camino a las personas que fueron evacuadas de Las Eras, donde vivía Miguel Blanco, que no era más que un niño en el 1955. Ahora, con 60 años, asegura no olvidar el miedo que pasaron cuando el agua comenzó a anegar las casas. "Mis padres nos subieron a la planta más alta. Algunas casas se derrumbaron".

Esperanza Gutiérrez también vivía en Las Eras. Estaba embarazada y a punto de dar a luz a su primer hijo. Ella fue uno de los tantos vecinos que tuvieron que refugiarse en casa de los Chaparro, frente a la Iglesia. "Pensamos que al ser de ladrillo sería más segura. Llegar allí fue horrible. El agua nos llegaba a la cintura en la plazuela de Venturina. Nos tuvimos que abrazar fuerte unos con otros para que la corriente no nos arrastrara". Esperanza también describe la estampa del párroco, don Ciriaco, que con la sotana remangada no dudó en salvar a las numerosas personas que quedaron atrapadas en las Eras. "Se cayeron casas y hubo quien estuvo a punto de ahogarse".

Moraleja recuerda hoy las horas que estuvo con el agua al cuello. Niños y mayores tuvieron que ser alojados en el colegio Joaquín Ballesteros, otros incluso se fueron a Coria. A Fidel Martín le alertaron las voces de sus vecinos. "Cuando abrí la puerta las calles estaban llenas de agua. Nos dimos cuenta de que el río se había desbordado". María Cristina Casado pasó el temporal con 29 años y rodeada de agua en la Finca de Santa María, a unos cinco kilómetros de Moraleja. "Pasé terror pensando en lo que le podía estar pasando a mi familia que estaba en Moraleja. De hecho el parador de mi tía se derrumbó segundos después de que mi hermano lo abandonara". María Josefa Hernández tenía 14 años cuando el temporal de lluvia se adueñó del municipio. "El alcalde, Luis Ballesteros, don Ciriaco y la Guardia Civil pasaron la noche rescatando a los peor parados. Los demás aguantamos en casa muertos de miedo".

Los mayores no olvidan la efeméride. Medio siglo después, su memoria es casi el único recuerdo del desastre.