Moraleja despidió ayer las fiestas de San Buenaventura con un encierro limpio y vistoso de seis novillos de la ganadería de Albarrán. Los astados, acompañados de cinco mansos, tardaron 2 minutos y 54 segundos en recorrer la distancia que separa los corrales de Goya de la plaza de los toros portátil. Sin heridos y sin incidentes concluyó este festejo que consiguió aglutinar a miles de personas, en una jornada en la que pasadas las 8.40 horas se produjo un espectacular choque de cuatro vehículos en cadena en la avenida de Pureza Canelo. Dos personas que viajaban en uno de los coches tuvieron que ser trasladadas al hospital de Coria, donde recibieron el alta poco después.

El plato fuerte de las fiestas, la novillada de rejones con el trío de ases lusos Joao Moura padre, Manuel Lupi y Joao Moura junior, no sirvió nada más que para ver, por primera vez en los festejos, un lleno total en la plaza. El veterano Moura contó con el permiso de la presidencia para lidiar sus dos astados seguidos porque tenía que estar dos horas y media después en un festival en Lisboa. Toreó con prisas y no supo colocar el rejón de la muerte. El público de Moraleja le despidió con pitos y abucheos.

Manuel Lupi estuvo discreto y logró trofeo en el primero. El hijo de Moura quitó el amargo sabor de su padre consiguiendo excelentes cuerpo a cuerpo entre toro y caballo. Cortó dos orejas al primero y una al segundo y salió por la puerta grande de la plaza, pero le sancionaron por despreciar el trofeo, que arrojó contra la presidencia.