Es el tercero de los señoríos tempranos que nacen en territorio del Campo Arañuelo en virtud de una donación realizada por el rey Enrique II (1339 1379) al mariscal de Castilla García González de Herrera, investido entre otros con el título de señor de Serrejón, Arroyo del Puerco (Arroyo de la Luz) y la Anguila, lugar éste despoblado en 1786 y distante de Serrejón unos tres kilómetros.

El matrimonio del mariscal con Estefanía Fernández, de la poderosa casa de Monroy, le procuraría al enviudar de ésta además otras posesiones en Talaván. Casado en nuevas nupcias con María de Guzmán tuvo dos hijos, de los cuales Pedro Núñez heredaría, en 1406, el señorío, que luego pasará a su primogénito García de Herrera y de éste a su hija Ana de Velasco Herrera que unirá la fortuna a la del conde de Benavente, Alonso Pimentel.

Este matrimonio tuvo lugar a principios del siglo XVI y todavía en los primeros años del siglo XX, durante la reforma agraria del Bienio Azañista, se hallaron registros de propiedad de esta casa en Serrejón que se liquidaron al terminar la guerra civil española.

CURIOSIDADES

De su plaza empedrada parte una red de callejuelas excavadas a veces en la roca Berroqueña; la más interesante es la que llaman calle real, pues en ella tienen su asiento las mejores casas de los que fueron en tiempos vasallos e hidalgos del castillo. Muchas de sus fachadas poseen arcos labrados de cantería decorados con perlones abulenses, arcos carpaneles, ventanales germinados, esgrafiados y escudos, algunos de los cuales relatan, sobre un damero rodeado de alicatados geométrico, la pertenencia a Castilla y León.

Todavía muchas de estas casas conservan la distribución original, con patios interiores, zaguanes, grandes chimeneas, cuadras, bodegas y corrales, configurando uno de los más originales conjuntos de finales de la Edad Media y principios de la Moderna.

De su patrimonio destaca de la denominada cueva Nueva o Bermeja, un yacimiento de arte rupestre esquemático, que fue refugio de maquis, durante la guerra civil. Además, de sus edificios religiosos hay que reseñar la iglesia del San Ildefonso, del siglo XV, o las ermitas de la Oliva y de Santiago, cuyo estado de conservación no es muy bueno, y la restaurada de san Antonio.

También poseía varios cruceros, algunos como los del calvario de simple ejecución, otro desaparecido, y un tercero, tal vez el de mayor relieve, trasladado al atrio de la iglesia. Se trata de una obra con dos gradas circulares y un pilar rectangular sobre el que apoya una columna enteriza con basa y capitel toscanos que sostiene una cruz, en la que se representa a Cristo en manos de la Virgen.