Esa noche éramos tres personas con una actitud muy imbécil". Son palabras de Ricard Pinilla Barnes. Al lado, cabizbajo, le escuchaba su amigo Oriol Plana Simó. Son los jóvenes que ayer se sentaron en el banquillo por haber quemado viva a la indigente Rosario Endrinal, Charo, el 16 de diciembre del 2005 en un cajero automático del barrió barcelonés de Sant Gervasi. Uno admitió que lanzó objetos e insultó a la mendiga y ambos dijeron que solo querían "molestarla", pero echaron las culpas del incendio al menor que les acompañaba, Juan José M., que cumple pena de ocho años de internamiento en un centro. El cogió un bidón de disolvente inflamable, lo esparció por el cajero y provocó las llamas que acabaron con la vida de la mujer, aseguraron.

La sala de la Audiencia de Barcelona estaba a rebosar. En el banquillo, Plana y Simó, frente al tribunal que durante esta semana los juzgará como presuntos autores de un delito de asesinato. El fiscal les reclama 28 años de prisión, al añadir un delito de daños cometido en el cajero de La Caixa de la calle de Guillem Tell, donde la noche de ese 16 de diciembre Charo se refugió. Debido a ese delito no comparecen ante un jurado y serán sentenciados por un tribunal de jueces que, al comenzar la vista, riñó a un abogado defensor por presentar en el último momento la petición de recusación de un magistrado. "Viene usted con el papel en la boca cinco minutos antes de empezar el juicio" y eso, según los jueces, "es un fraude de ley".

INSULTOS Plana y Pinilla tenían en diciembre del 2005 18 años. Juan José, un conocido suyo, 16. El primero en declarar fue Plana, que explicó que ese día había quedado para ir de fiesta con unos amigos y que entró para sacar dinero en el cajero donde estaba Charo. "Olía muy mal. Y empecé a increpar a la mujer y a faltarle al respeto. Lo que quería era que saliera", admitió el joven que relató su historia: padres separados, madre depresiva, hermano menor tutelado por la Generalitat, traslado a Barbastro para vivir con unos familiares, aguantar a un tío borracho y buscarse la vida en Zaragoza.

El acusado reconoció que lanzó una naranja, una botella y un cono de circulación contra la indigente, a la que durante su declaración llamó "señora Endrinal", pero que no le dio. "Solo quería molestarla. Chillé e hice el tonto. No la toqué", se disculpó. "No sé cuantas veces entramos y salimos del cajero", explicó. Y relató cómo Charo consiguió echar el cerrojo, que ellos se fueron y que al cabo de un rato volvieron y Juan José logró que la mujer le abriera la puerta.

LA EXPLOSION "Queríamos seguir molestando y buscamos más objetos para tirarle, pero no pretendíamos hacerle daño", indicó. Ella les exigía que se fueran, pero de repente apareció el menor Juan José con un bidón de disolvente, entró en el cajero y se produjo el incendio y "una explosión", detalló. No sin razón, confesó: "Es una noche de la que no deseo acordarme". Continuó con su exculpación: no creía que le hubiera pasado nada a la mujer porque continuó "chillando". Y al final dijo: "No soy clasista, ni racista. Ni he tenido ninguna ideología denigrante".

El otro acusado, Pinilla, fue por el mismo camino: que se comportaron como unos imbéciles, que no se pusieron de acuerdo para matarla, que cada uno iba por libre, que fue el menor quien llevó en bidón con disolvente que encontró en un saco de escombros y vertió liquido en una esquina, que después se produjo la explosión y que no sabe quién lanzó un cigarro encendido. "Pensamos que todo había quedado en un susto". No fue así. Charo murió. Las grabaciones del cajero recogieron la acción y hoy se sabrá la versión del menor.