Pese a no contar con el apoyo de la mayoría de los Veintisiete en el Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE), la nueva Comisión autorizó ayer con prisas y "sin debate" el cultivo en el territorio europeo de la patata Amflora, un organismo que ha sido modificado genéticamente para fabricar un almidón de mejor calidad. La decisión, adoptada solo tres semanas después de la asunción de funciones del nuevo Ejecutivo comunitario, acaba con la política de los últimos 12 años de no autorizar nuevos cultivos de organismos transgénicos, debido al rechazo general por parte de la población. La medida desató de inmediato las protestas de las organizaciones ecologistas --que acusan al presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, de ceder a las presiones de la industria-- y de algunos países contrarios a los transgénicos, como Italia y Austria.

La Comisión había propuesto desde el 2004 en diferentes ocasiones a los estados que aprobaran el cultivo de esta patata transgénica, creada por la multinacional alemana BASF. Pero nunca había obtenido la mayoría cualificada necesaria para ello en el Consejo de Ministros de la Unión Europea.

PROCESO ANTIDEMOCRATICO Escudándose en el oscuro y antidemocrático procedimiento conocido como comitología --y favorecida por la marcha del comisario Stavros Dimas, opuesto a los transgénicos--, la Comisión ha decidido autorizar el cultivo de la polémica patata. La comitología permite al Ejecutivo comunitario imponer una decisión cuando su propuesta no logra la aprobación del Consejo de Ministros de la UE pero no la rechazan por unanimidad los Veintisiete.

La patata Amflora es el segundo transgénico comestible cuyo cultivo se autoriza en la UE, después de una variedad de maíz. Se utilizará para la producción de almidón para la industria papelera, y sus subproductos se podrán emplear para la fabricación de pienso.

El comisario de Salud, John Dalli, aseguró que el cultivo de la patata estará sujeto a "condiciones muy estrictas". La autorización exige la separación física de las destinadas al consumo humano en todo el proceso de recolección, transporte y almacenamiento. La patata transgénica deberá, además, recolectarse antes de que produzca semillas. La Comisión, no obstante, admitió que la autorización de la Amflora incluye una cláusula que permite la presencia accidental del 0,9% de este transgénico en los alimentos destinados a las personas o animales.

La oposición a Amflora proviene de que contiene el gen resistente a los antibióticos nptll, que podría convertir a bacterias en resistentes a dos antibióticos considerados clave por la Organización Mundial para la Salud (OMS): el kanamicina y el neomicina. Dalli se amparó en los informes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que consideran mayoritariamente ese riesgo como remoto, aunque con dos opiniones minoritarias en contra. La reciente contratación de uno de los directivos de la EFSA por la industria ha avivado la polémica.

La Comisión también aprobó la comercialización de tres maíces transgénicos en la UE, pero no su cultivo. Para calmar a los estados contrarios a los transgénicos, el Ejecutivo prometió que en verano presentará una propuesta que permitirá a los países tener mayor capacidad de decidir si permiten o no el cultivo en su territorio.