La mayor parte del clero guipuzcoano recibe al nuevo obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que mañana tomará posesión de su cargo, sumido en el desánimo y la resignación. La carta firmada por casi el 80% de los sacerdotes de este territorio, en la que se afirmaba que habían asumido el nombramiento con "dolor y profunda inquietud", demuestra que el nuevo prelado va a encontrarse con una Iglesia muy reticente a sus postulados ideológicos y a la estrategia seguida por la Conferencia Episcopal Española (CEE) para ponerle al frente de la diócesis.

Los curas guipuzcoanos contactados por este diario han preferido mantener el anonimato, sobre todo después de que el obispo saliente, Juan María Uriarte, les afeara, en privado, el haber redactado una carta tan virulenta contra Munilla. Así, un sacerdote jovial y de mentalidad abierta confesó ayer que no esperaba "que se atreviera a venir tan pronto, a enfrentarse de nuevo con los curas con los que convivió hace unos pocos años".

Y es que Munilla es muy conocido en Guipúzcoa. Permaneció 16 años en la parroquia de Zumárraga. Para la mayoría, llegó bendecido por la CEE, tras formarse en el conservador seminario de Toledo. Quienes acudieron a aquellas reuniones diocesanas revelan que Munilla mantenía una línea opuesta a sus obispos. "Solo debo obediencia al Papa, no al obispo", dijo en una ocasión. Su forma de entender la Iglesia chocaba con la del resto del clero, de mentalidad más progresista.

NUEVO RUMBO Ante el ambiente hostil que aguarda a Munilla, el nuncio papal y 42 obispos le arroparán en su estreno. Los curas guipuzcoanos sienten que se está intentando "variar el rumbo" de la Iglesia vasca. Desde la CEE y el PP, por contra, se cree que Munilla supone el fin de una etapa cargada de "ambigüedad" ante el terrorismo.