TEtn Extremadura, el Renault de Fernando Alonso siempre fue un coche de carreras. En realidad, todos los autos deportivos, descapotables o simplemente con el morro largo y un par de pegatinas ya eran coches de carreras. Ahora, si tienen pegatinas se dicen que son tuneados o atunados, si se les quita la capota se les denomina cabriolés y si corren en los circuitos se les llama prototipos. Pero para los mayores de 40 siempre serán coches de carreras. Antes, cuando algún amigo te humillaba un punto con su Seat 1430, te dejabas llevar por el pronto y proclamabas ante la concurrencia un propósito imposible: "Cuando tenga pasta me voy a comprar un coche de carreras que se va a cagar la perra".

Esa expresión tan vulgar y escatológica era la manera de anunciar que todo el mundo se iba a morir de envidia ante tu futuro bólido. Y es en ese punto donde no han cambiado tanto las cosas. Porque 30 años después, seguimos anunciando nuestro deseo de ser envidiados recurriendo a la escatología. Sólo que con una pequeña variación. Ahora no es la perra quien se caga, sino el propio interfecto. Hoy, cuando pretendemos ensalzar algo, empleamos unas expresiones que vuelven locos a los estudiantes de español: "Me han regalado una chupa supefashion que te cagas... Conocí ayer a un tío que te cagas que te meas..." O incluso: "Me voy a preparar un tuneao que te cagas de la muerte". Reflexionemos: "¿Si te gusta, por qué te cagas...Si te complace, por qué te meas?" Y sobre todo, si flipas con el tuning , ¿por qué lo relacionas con la muerte?