Una mujer italiana que hace unas semanas se negó a que le fuera amputado un pie en el que sufría gangrena, operación que podía haberle salvado la vida, murió el pasado día 11 en casa de unos familiares en Sicilia, según se supo ayer. La mujer, conocida con el nombre ficticio de María y vecina de Milán, se había refugiado en el sur para huir del clamor nacional provocado por su negativa a dejarse cortar la extremidad, condenada a causa de la diabetes.

El alcalde de Milán, Gabriele Albertini, que en enero pareció tener por unas horas la responsabilidad de obligar a la mujer a someterse a la amputación, expresó ayer su pesar y no quiso añadir más. "De esta tragedia se ha hablado demasiado", dijo. El difícil papel del regidor de Milán, en uno de cuyos hospitales estaba entonces la mujer, se resolvió cuando un psicólogo certificó que María estaba en sus cabales y, por lo tanto, era libre de decidir sobre las consecuencias de su negativa.

Algunos médicos lamentaron que con una buena ayuda psicológica tal vez se habría convencido de que "sin un pie también se puede gozar de calidad de vida". Saverio La Bruzzo, secretario de la federación de médicos de Sicilia, dijo: "Es difícil entender la psicología de un enfermo, pero en este caso ha sido un error respetar su voluntad".

Por su parte, el ministro de Sanidad, Girolamo Sirchia, expresó su pesar "porque las previsiones se han cumplido", y subrayó: "La muerte de la mujer no elimina el derecho y la libertad de los ciudadanos a elegir entre dejarse curar o no". "Es un día negro para la medicina", dijo Salvatore Amato, vicepresidente de la Federación de Médicos.