TLto malo de las elecciones europeas es que coinciden con las notas de fin de curso de nuestros hijos. No sé quién será el espabilado que coordina estas cosas, pero se ha lucido. Estás tú que no sabes si inclinarte por la ceja, por la oreja o por la molleja cuando en estas aparece tu criatura, te sopla tres suspensos como tres llagas y te rompe la concentración. Al cuerno las vacaciones de verano. Cómo vas a tener ilusión por europeizarte cuando ves que tu hijo sigue tan cafre como si no hubiera Europas en el mundo. Y encima la directora va y te insinúa que la culpa es de los padres, que tenemos a los niños muy sueltos. Sueltos de dónde, señora? Será el suyo, porque el resto se pasa el día atado a un ratón y enganchado a la red como besugos. Más que sueltos yo diría que lo que están es saturados. El que más y el que menos tiene PC, PSP, ADSL, WIFI, MP3, GPS. De todo menos NPI; o sea, ni puta idea de cómo aprobar un curso. Tan mal anda el patio que con tres suspensos quedas como un empollón. Los hay que arrastran suspensos desde la guardería. Pero lo malo no son unos puntos arriba o abajo en el expediente. Lo malo es la desidia, el desinterés, la falta de ilusión. Miedo da preguntarles por su concepto de Europa. A saber qué tendrán estas criaturas en la cabeza. Pero, si yo pudiera aportar alguna sugerencia, diría que en los próximos planes de estudio, gane quien gane las elecciones, prescindieran un trimestre de Chamizo, de Gabriel y Galán, del Barco de Vapor y otras zarandajas y les dieran a leer a Ryszard Kapuscinski . Acaso así se harían una idea de qué es Europa, cuánto horror, cuánto sangre ha costado cada privilegio, a dónde lleva la ignorancia y en qué podemos convertirnos a poco que nos descuidemos y demos las riendas a la gente equivocada.