El calentamiento global se mide en incrementos de uno, dos o tres grados en las temperaturas medias a lo largo de varias décadas. Pero los registros del cálido invierno que alarma a toda Europa son mucho más extremos. La anomalía térmica en los países del Norte de Europa fue de más de 5º sobre la media el pasado mes de diciembre, según la NOAA, la Administración Atmosférica y Oceánica de EEUU. Los datos de la misma agencia se han disparado con el cambio de año: en la semana del 7 al 13 de enero, todos los países del centro y este del continente han experimentado anomalías de más de 7º; los Alpes, de más de 5º, y los Pirineos, de más de 3º.

El motivo es la ubicación anormal del anticiclón que afecta a Europa por estas fechas. En lugar de dirigir corrientes de aire frío de los polos hacia el sur, está conduciendo aire cálido de origen africano hacia el norte. Este efecto no afectó de lleno a España durante diciembre, pese a que la falta de precipitaciones de nieve puede hacer pensar lo contrario, pero sí en lo que va del mes de enero.

Y no parece que haya indicios de que la situación vaya a modificarse a corto plazo. Según fuentes del Instituto Nacional de Meteorología (INM), es de prever que en los próximos siete días se mantenga el tiempo cálido y seco sin ningún cambio.

La ola de calor ha afectado al Atlántico Norte, pero no a otras regiones del hemisferio, como Oriente Próximo, que tiene un invierno más frío de lo normal, con nevadas inusitadas, o el Oeste de EEUU. Ayer, el Gobierno federal declaró el estado de emergencia en Oklahoma, cubierto por cuarto día por la nieve.