Las juderías de toda Europa abrieron ayer sus puertas al encuentro. Un año más la Jornada Europea de la Cultura Judía, que llegó a su octava edición, las unió a todas, al tiempo que recordó a sus respectivas ciudades el legado que los judíos les dejaron. A esta celebración se unieron en Extremadura las juderías de Cáceres, Plasencia y Hervás.

"Ha sido un poco cansado, más que nada por el calor, pero ha merecido la pena", comenta desde el Palacio de la Isla de Cáceres, ubicación de la que fuera antaño sinagoga de la judería nueva, un matrimonio catalán que ha aprovechado su estancia en la ciudad para participar en la anunciada ruta por la judería cacereña. Esta concluye en el mencionado palacio, pero antes, y durante una hora y media de recorrido, los varios cientos de personas que la siguen han disfrutado con lo visto y oído.

Desde el Arco de la Estrella y tras una parada en la plaza de los Golfines, donde las guías les transportan al pasado, a la vida de los judíos y su cultura y costumbres, la estrecha y empinada Cuesta del Marqués les va adentrando cada vez más en la que fue su vida en Cáceres. Y tras la bajada un nuevo ascenso por la calleja del Moral para llegar al corazón de la judería cacereña, el barrio de San Antonio.

"Nadie imagina fuera lo que tenemos en Cáceres, los innumerables signos de muy diferentes culturas e incalculable valor que podemos encontrar en ella. Es para verlo, yo desde luego cuando estoy aquí no me pierdo una sola de estas rutas", asegura Manuel, un cacereño afincado en valladolid desde hace ya 40 años que no puede evitar ´vender´ a su ciudad allá donde va.

En Plasencia también conocieron un poco más en profundidad su patrimonio histórico y cultural judaicos las más de 200 personas, placentinos, comarcanos y turistas, que realizaron la programada ruta de la judería. Se adentran en ella por las calles Trujillo, San Nicolás, Zapatería..., pero sin duda el convento de San Vicente, hoy Parador Nacional de Turismo, fue protagonista de la ruta. En su zona se instaló entre los siglos XII y XV, con la reconquista de Alfonso VIII, una comunidad judía cuya sinagoga es la más antigua y espaciosa de la Alta Extremadura medieval.

Todos coinciden en resaltar la belleza del lugar" , y en reconocer lo mucho aprendido. "Ha sido muy instructivo. No sabíamos que Plasencia pudiera tener estos orígenes. ", dice un madrileño gratamente sorprendido.