TCtreo que fue en 1975 cuando Manuel Fraga , a la sazón ministro del Interior, dijo aquello tan liberal de: La calle es mía. Y esta rotunda afirmación corrió por las aceras como un reguero de pólvora cavernaria. Después, y hasta ahora, ha sido utilizada como arma arrojadiza contra el troglodita por sus adversarios políticos, exhibiéndola machacona y contundentemente como ejemplo de intransigencia y talante poco democrático. Hasta ahí nada que objetar. Cada cual debe apechugar con sus excesos, así que pasen 30 años. Pero hete aquí que la delegada Pereira , en este año tan lejano ya de aquél, viene a recordarnos la triste luz de aquella oscuridad. Porque, en un triple salto mortal invertido, nos culebrea con angustias que creíamos olvidadas. Se encarama en la chepa del prócer franquista y, lejos de conformarse sólo con la calle, se apodera también de los soportales del Ayuntamiento de Badajoz, sus aledaños y las ruedas de prensa que pudieran celebrarse en esos sus dominios . Y lo hace mandando, consintiendo o ignorando que un policía de paisano se transmute chuscamente en periodista para controlar a los ciudadanos en el ejercicio de sus libertades. O sea, Alien Resurrection en la plaza de España. Las torpes explicaciones que ha dado intentando explicar el dislate sólo sirven para aumentar mi convencimiento de que avanzamos, a pasos agigantados, hacia atrás.

Lo cual, que la delegada Pereira debería ir a ver a Fraga para que éste le impusiera la banda, azul nostalgia, de alumna aventajada. (jabuizaunex.es)