Uno a uno, Samantha Tolley escuchó a través del teléfono como su exmarido acababa con la vida de sus cuatro hijos. Durante 45 minutos, la joven madre, de 28 años, rogó y suplicó en vano, mientras los pequeños iban pereciendo asfixiados. El hombre, que completado el infanticidio se suicidó, quiso vengarse así de su exmujer. Ayer, en una comparecencia judicial, se conocieron los detalles del espeluznante caso, que ha conmocionado a Gran Bretaña.

Keith Young tenía 38 años y era agricultor. Un hombre violento, que en repetidas ocasiones había golpeado a su esposa. La convivencia entre ambos se deterioró de tal manera que, en enero, Samantha le abandonó y se marchó a vivir con los cuatro hijos de la pareja a Weaverham.

Cuando Keith supo que su exmujer tenía un nuevo compañero y estaba embarazada, la amenazó una y otra vez con matar a los niños y suicidarse. La noche del 27 de marzo, recogió a sus hijos, Joshua, de 7 años; Thomas, de 6; Callum, de 5, y Daniel, de 3. En el todo terreno familiar se los llevó a Horseshoe Pass, un lugar remoto en el norte de Gales.

Alarmada, a la 1.15 de la madruga Samantha llamó al móvil de su exmarido. Con pavor escuchó como éste le decía que estaba gaseando a los chicos dentro del vehículo. En su desesperación, trató de salvar a los pequeños prometiendo deshacerse del bebé que esperaba y volver con él.

"Es demasiado tarde. Dan ya está muerto", le respondió él.

Keith le puso al teléfono a otro de los niños, Joshua, que estaba agonizando. "Dile adiós a tu madre, dile que la quieres", le ordenó. Minutos más tarde, el asesino le contó que el último de los chicos había muerto y que él estaba durmiéndose. "Espero que seas feliz y que guardes rencor a ese bebé hasta el fin de tus días", le dijo. Las siguientes voces que escuchó, 20 minutos más tarde, fueron las de los policías, que habían localizado el vehículo.