Cuando hace un mes Barack Obama anunció por sorpresa que levantaba las restricciones para buscar petróleo y gas natural en las costas de Virginia y zonas de Alaska, los grupos ecologistas no tardaron en echársele encima. Criticaban al presidente por continuar alimentando la "adicción" de Estados Unidos a los carburantes, y advertían, además, de los riesgos ante eventuales vertidos en alta mar. Sus palabras parecían premonitorias porque una marea negra tocó ayer las costas de Luisiana después del catastrófico accidente que tuvo lugar hace dos semanas en una plataforma de British Petroleum (BP).

Ante la magnitud del desastre ecológico, la Casa Blanca decidió ayer paralizar hasta nuevo aviso todas las perforaciones petroleras mientras se investigan los motivos que provocaron la explosión en la plataforma Deepwater Horizon en aguas del golfo de México. "Sigo creyendo en la importancia de aumentar la producción nacional de petróleo, pero siempre he dicho que debía hacerse de forma responsable", advirtió Obama en su segunda comparecencia en menos de 48 horas.

DESTINAR MAS RECURSOS El presidente anunció que su Administración redoblará los esfuerzos para luchar contra el vertido, poniendo en evidencia que el asunto es ahora una prioridad. Obama dijo que aunque el principal responsable es la petrolera británica, que deberá correr con todos los gastos del proceso de limpieza, Washington está "completamente preparado" y destinará los recursos humanos y económicos que sean necesarios para continuar con las tareas de contención.

La respuesta llega después de que arreciaran las críticas por la lentitud del Gobierno en su respuesta inicial a la tragedia, protestas que suenan muy parecidas a las que tuvo que afrontar George Bush por no responder a tiempo a los devastadores efectos del huracán Katrina. Lo que nadie pone en duda es la gravedad del accidente, que ya ha sido calificado como "catástrofe nacional" y ha puesto en estado de máxima alerta a Luisiana, Alabama, Misisipi y Florida.

Fue David Axelrod, principal asesor político de la Casa Blanca, quien adelantó que el Gobierno daría marcha atrás a los nuevos planes de Obama para acabar con la dependencia energética del país. "No habrá nuevas autorizaciones hasta que descubramos por qué ha ocurrido todo esto y sepamos si se trató de algo excepcional o fue algo que se podía haber evitado", afirmó la mano derecha del presidente a la cadena ABC.

Los esfuerzos están centrados en contener el vertido, pero todas las miradas se han dirigido a los responsables del desastre. Desde Londres, el director ejecutivo de BP aseguró que la compañía correrá con todos los gastos de las tareas de limpieza. "Asumimos toda la responsabilidad y estamos dispuesto a indemnizar a los afectados", dijo a la agencia Reuters Tony Hayward, que reconoció que el accidente podría afectar a sus planes para abrir nuevas áreas de exploración en EEUU.

EFECTOS "DURANTE DECADAS" En el otro lado de la barrera se encuentran las organizaciones ecologistas, que han advertido de que el derrame amenaza el ecosistema y la rica fauna. Greenpeace alertó que en estos momentos "nadie puede calcu-

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