En su primera encíclica, Joseph Ratzinger cita al epicúreo Gassendi, a Platón, Descartes, Juliano el Apóstata, Nietzsche, el Cantar de los Cantares e incluso se refiere al orgasmo, que describe como "arrebato momentáneo".

En dos momentos habla largamente del marxismo para salir al paso de la crítica de que "los pobres necesitan justicia y no obras de caridad". Benedicto XVI reconoce que "los representantes de la Iglesia percibieron sólo lentamente" que el nacimiento de la sociedad industrial planteaba nuevos problemas pero añade que, tras desvanecerse "el sueño de colectivizar los medios de producción", la doctrina social de la Iglesia se ha convertido en la "indicación fundamental".