Una cosa está clara en el asunto Romero-Tello: la pareja es de reflexión rápida. En una semana ha decidido no casarse, darse un tiempo para pensárselo y, por fin, convertirse en marido y mujer.

En sólo siete días, Curro Romero ha pasado de truhán a señor y Carmen Tello de abandonada a señora de la casa. Curioso método el del torero para mantener su idea de pasar desapercibido y más curiosa, aún, la capacidad de perdón de su novia, ya esposa, Carmen Tello.

De momento, Sevilla mira y remira las fotos del enlace que hizo uno de los invitados con una cámara digital y que fueron enviadas a la agencia Efe a través de internet desde un ordenador instalado en Bellasombra, la casa del torero --rebautizada como Malasombra durante la semana pasada-- en donde tuvo lugar la ceremonia civil de la boda el pasado domingo al mediodía.

En las fotos aparecen algunos de los 40 invitados que compartieron un almuerzo con la pareja. La mitad era familia directa y la otra mitad amigos. Fueron algunos de estos últimos, como la duquesa de Alba; Montse Fraile, casada con José María García; el periodista Antonio Burgos y las hermanas Carmen e Isabel Cobo, quienes actuaron de intermediarios en unas horas en las que el desplante del torero y el honor herido de la novia estuvieron a punto de echar por tierra una relación de siete años y un proyecto de vida en común.

A la espera de saber quien acudirá el próximo día 1, fecha prevista en principio para la boda, a la celebración del enlace, una pregunta queda por resolver: ¿Por qué Carmen Tello aparece en las fotos de su boda con el móvil en la mano?