La Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha pedido al Gobierno de Rodríguez Zapatero la instalación de desfibriladores automáticos en todos los aviones, estaciones, grandes almacenes, estadios, teatros, gimnasios y otros lugares donde se producen concentraciones humanas. La SEC calcula que estos aparatos, de fácil manejo y útiles para tratar paradas cardíacas, podrían salvar la vida de unos 8.000 españoles al año.

Según el Ministerio de Sanidad, los infartos, causados en su mayoría por la obstrucción de las coronarias, acaban cada año con la vida de 40.000 personas. Unas 27.500 fallecen antes de llegar al hospital. "Un 30% de ellas podrían salvarse si existieran desfibriladores en los lugares con gran afluencia de público y se emplearan", sostiene Emilio Marín, cardiólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y miembro de la SEC.

MANEJO SIMPLE Los especialistas creen que las personas con un factor elevado de riesgo coronario o los pacientes que han sufrido ya un infarto son los que, en principio, más se favorecerían de tener a mano un desfibrilador y alguien dispuesto a utilizar rápidamente el aparato.

En los últimos años se ha simplificado mucho el manejo de estos aparatos, que posibilitan recuperar el ritmo cardiaco perdido por una fibrilación ventricular (una arritmia que el paciente no puede superar). Su tamaño no supera el de un maletín, pesa 1,5 kilos y su precio ronda los 3.000 euros (500.000 pesetas).

Andalucía, el País Vasco, Catalunya y Galicia son las únicas regiones que el pasado año han adecuado su legislación para permitir a los llamados primeros auxiliadores --que han recibido un entrenamiento previo-- actuar en situaciones de emergencia y utilizar los desfibriladores.

OBLIGATORIOS EN EEUU "La ley estatal sólo permite utilizarlos a los médicos. El Gobierno debe reformarla cuanto antes y facilitar que en los lugares públicos haya tantos desfibriladores como extintores y puedan ser utilizados ante cualquier emergencia", pide Marín.

Las compañías aéreas de EEUU han sido las primeras en instalar estos aparatos, por un problema de imagen y porque es más barato que pagar indemnizaciones a las familias de los afectados, apunta Marín. Desde el 15 de abril es obligatorio llevarlos en los aviones de EEUU. Las autoridades adoptaron la medida al comprobar que cada año 1.000 pasajeros mueren por parada cardiaca en vuelo.